martes, 3 de agosto de 2010

Fugaz (I). Xo (Segunda parte)

Relajé la espalda contra el asiento y cerré los ojos. La brisa cálida de la noche entraba por la ventanilla. Me inundó. Comencé a repasar mentalmente el día, los dos días, y sonreí para mis adentros. También soñaba despierta en soñar dormida. Estaba cansada. Tahir en el asiento del copiloto y su amigo al mando del volante del taxi nos llevaban de vuelta al hotel.

Esa mañana llegamos a Turpan, nuestro siguiente destino, un lugar en el que a menudo se dice que “cuando en verano se tiende la ropa a secar, se secará antes de acabar de tenderla”.


Aridez, sequedad, desierto. Tierra, polvo y montañas oscuras, casi negras, dejaban paso a la carretera por la que en dos horas y media llegamos a Turpan desde Urumqi a ritmo de música uigur procedente del móvil de uno de nuestros compañeros de viaje en autobús.

A sus 23 años está casado hace uno y tiene un hijo, se parece a él. Dice que su esposa baila muy bien la danza del vientre. Es muy guapa. Él es de pelo negro, corto y lo tiene de punta sin necesidad de gomina. Tiene una amplia sonrisa y cada vez que la muestra, casi siempre, enseña una hilera de dientes de tono marfil perfectamente alineados. De estatura y complexión media, su amabilidad y empeño por hacer bien su trabajo conquista a los clientes. Los tres viven con los padres y los hermanos de él. Su trabajo: taxista, como su padre. Además, él hace las veces de guía con los extranjeros que aceptan sus servicios como conductor particular durante los días que pasen en la ciudad. Habla uigur, chino e inglés. Es uigur. Cada jueves acude al cementerio para venerar a sus difuntos. Los viernes a la mezquita. Este es Tahir y su vida. Nosotros para él, cuatro de los que espero que sean sus centenares de clientes. Él para mí, un persona de las que no se olvidan.

El termómetro rozaría los 30-35º. Eran las cuatro de la tarde. Primera parada: un cementerio musulmán junto a una carretera. Está incompleto. Lo que falta se lo llevó el Gobierno chino a otra parte de la ciudad para construir la vía de asfalto que se encuentra a sus pies. El suelo negro escupía fuego.





Tierra de vino, nos fuimos desde el cementerio a un par de viñedos con uvas aún diminutas y verdes. Hasta llegar, Turpan se mostraba ante nuestros ojos en estado puro. Casas bajas de barro, locales uigures sobre carretillas arrastradas por burros y vida callejera con sonido uigur.



El calor se apaciguó entre las parras, pero se avivó al adentrarnos en la que es considerada una de las ciudades construidas en tierra mejor conservadas del mundo. Un área de 220.000 m² a unos 10 kilómetros de Turpan componen las Ruinas de Jiaohe, una ciudad hecha de arena en la dinastía Han (siglo II a. C) que lucha contra la erosión. Casi dos siglos después se su construcción alcanzó su momento más importante como ciudad a lo largo de su historia, cuando se convirtió en la principal administración civil y militar de las regiones occidentales. Ahora, sólo el viento habita en aquella inmensidad paradójicamente acogedora.







Al caer la tarde regresamos al centro de Turpan y tras ver por fuera la mezquita más importante de la ciudad nos adentramos en el bazar.












El cansancio ya se acumulaba por minutos, pero debíamos reservar fuerzas para disfrutar de la guinda del día: una boda uigur.
Tahir nos propuso llevarnos a uno de los mejores restaurantes de comida uigur de Turpan, tal y como hace con todos su clientes, y nosotras no dudamos en decirle que sí.
Sucias y sudadas de todo el día, esperamos a Tahir en el punto donde habíamos quedado en encontrarnos tras nuestra expedición en el bazar. Él, que también había sudado mucho durante todo el día, apareció reluciente. Nosotras, un poco avergonzadas, nos metimos en el nuevo taxi en el que vino Tahir conducido por un amigo suyo y nos dijimos que de haberlo sabido, hubiésemos pasado por el hotel para darnos una ducha. Parecía que el lugar al que íbamos era especial.
Tanto lo era, que una boda uigur se celebró allí mientras cenábamos. Parecíamos tres invitados más. Los novios se hicieron esperar. Mientras, las mujeres a un lado y los hombres a otro conversaban y comían fruta.
Cuando aparecieron los novios, un grupo de baile comenzó a representar una tras otra canciones locales. Los bailarines vestían trajes de la etnia, al más puro estilo turco, y los cambiaban para cada tema.
Antes de dar paso al banquete, los novios salieron a la pista y tras finalizar el baile, los invitados comenzaron a rociarles con espuma y los hombres tomaron al novio y lo mantearon entre cinco y diez veces.
Mientras, nosotros saboreábamos el cordero y el 'naan', el pan típico de allí, junto a otros platos como arroz con verduras y pollo y berenjena asada. Delicioso.


Al salir del restaurante, montamos en el taxi del amigo de Tahir y regresamos al hotel.

El que fue ayer y el que fue hoy, días intensos, llenos de personas, cosas y conocimientos nuevos. Por eso me sonreía.

Y dispuesta a soñar dormida, cuando llegamos a la recepción nos encontramos con los que a partir de ese momento se convertirían en nuestros dos compañeros de viaje hasta el último destino. Me tocaba seguir soñando despierta en soñar dormida.

3 comentarios:

  1. Increíble post Eva. Me lo he bebido de principio a fin y recomendado a los "deportistas" que bien conoces. Continúa acumulando experiencias y ya me explicarás la forma de tener tantos días libres allí. ;-)

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  2. Sabes esa sensación de coger un buen libro ya leido por alguien antes, abrir sus hojas marcadas, respirar ese aire con olor a papel grueso y acoplar tu vista al tamaño de la letra...pues todas esas sensaciones he tenido al leer tu post. Bien podría ser el fragmento de una novela!!!. Que bonita!!!. Por cierto, te compro la primera foto del bazar. Es buenísima. Mujeres en procesión con velos y bolsas de plástico, hombres girándose para mirarlas, telas colgando y tapando el cielo, tendero colgando carne...¿Cuanto pides?.
    Mua

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  3. Guapa!!!

    Que alegría tener noticias nuevas de tí!!! Cómo me reía con tu post anterior, es genial!! Es cómo tú dices, esos problemillas en España se solucionan en 5 minutos... pero en otro país... y con otro idioma... y lo que estás ejercitando la paciencia, eso no tiene precio :D

    Lo del conflicto de las étnias chinas no me pilla de nuevas. El año pasado eran noticia en casi todos los boletines que hice en la Cope. Aún recuerdo con ilusión la primera vez que llame a la corresponsal de Asia. Al colgar dije: ey, que he hablado con China!!!

    Besots y ánimo super eva!

    Cris-uni

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