viernes, 9 de abril de 2010

De Bella la China

Justo cuando el avión del vuelo CZ7615 posó sus ruedas sobre Madrid, desperté, aunque lo curioso es que no pude dormir durante las 15 horas que me trajeron de vuelta desde Beijing, pero ese despertar, ese que no necesita que abras los ojos porque no los tenías cerrados, fue brusco y aún me mantiene en vela.

19 días de Beijing…sobre todo 19 días de ella, nuestra Beijinger.

Comenzó en día soleado! Habíamos quedado en el Starbucks del hall de llegadas del aeropuerto. Sentado sobre mi maleta frente a la cafetería guardaba las cosas en mis bolsillos y así me aseguraba de que todo lo importante estuviera conmigo, esperando a lo esencial. Y lo esencial llegó resbalando sus pies por el encerado suelo de forma nerviosa como quien trata de correr más rápido que sus piernas y sin querer hacer ruido para dar una sorpresa. Y el abrazo fue eterno. Qué bonita.

Tras muchos besos y más abrazos y más besos salimos del aeropuerto y pude comprobar cómo nuestra pekinesa se ha hecho a las mil maravillas con los chinos y su idioma. El Rober niño se despertó. Todo me llamaba la atención, miraba hacia todos lados a la vez sin dar abasto, sin parar de preguntarle cosas, sin soltar su mano ni un instante. Y así he estado hasta hace unas horas porque China es impresionante.

La primera semana la pasamos en Pekín, conociendo la milenaria ciudad y la vida de nuestra pekinesa. La redacción de EFE, su gente, el tráfico caótico, Tiananmen, la Ciudad Prohibida, la Colina de Carbón, el Estadio Olímpico, el Palacio de Verano, el Templo del Cielo, los Mercados de la Seda, la Perla y el Yashow y la Gran Muralla. También la gastronomía y la noche pekinesa, la delegación de periodistas españoles en la capital China, el clásico espectáculo de malabaristas orientales y los secretos de un relajante masaje tradicional chino.







De aquí para allá, sin parar, sin desaprovechar un instante, empapándonos de ellos y llamando su atención. Exprimiendo cada lugar, recogiendo cada imagen con nuestras cámaras. Así hasta caer rendidos y descansar hasta despertar al día siguiente y…ver que por la ventana entraba una luz cegadora AMARILLA! Una tormenta de arena nos acompañó en nuestra primera semana. Era increíble pensar que el viento traía consigo arena del desierto que cubría los coches, las repisas de las ventanas y hacía que a nuestro amigo sol ni se le pudiera ver, dando paso a un día amarillento, denso, como si mirásemos a través de un cristal tintado. Pero esto no nos detuvo.

Pekín es China en estado puro. Con millones de personas recorriendo sus calles de forma frenética, con inmensas avenidas plagadas de rascacielos imposibles, sin que ninguno se parezca al otro y escondiendo tras de sí celosamente a los Hutong, laberínticas callejas de la época imperial de entre uno y cuatro metros de anchura en los que la gente vive sin baño ni calefacción. Con inmensas pantallas que emiten publicidad a todas horas. Luces, escupitajos en el suelo, puestos callejeros de comida, mercadillos aquí y allá. Una preciosa mezcla de tradición milenaria y lucha contemporánea por subsistir en una ciudad de más de 17 millones de habitantes. Muy chino todo.

En una semana partimos hacia nuestro siguiente destino. Mi anfitriona llevaba perfectamente preparado nuestro itinerario en una carpeta, creo que con el deseo de que mi estancia allí me hiciera plantearme seriamente no abandonar aquello jamás. Llegamos a Kunming, la capital de Yunnan, al suroeste de China. La Ciudad de la Eterna Primavera nos esperaba con una temperatura que superaba de sobra los 15º y sin un sólo occidental a la vista. Fue un fuerte choque para los dos. Vernos rodeados de chinos por todas partes, tratando de comprar unos billetes de tren en una estación plagada de carteles, indicaciones y mensajes escritos en caracteres y sin una sola alma que hablara mínimamente inglés. Pero mi pequeña guía se armó de encanto, paciencia y desparpajo y con su chino y la ayuda de un diccionario obtuvo los mejores billetes del tren que nos llevaría hasta Dali, nuestra siguiente parada.


Kunming nos reservó un restaurante precioso, un momento de escape en forma de Parque del Lago Verde y un día mágico en el Bosque de Piedra de Shilin.


Creo que todo viaje tiene un punto de inflexión y Dali fue el nuestro. La Dali espiritual nos esperaba con su enorme Templo de las Tres Pagodas y la atractiva Iglesia Cristiana Católica fundada por misioneros franceses.




La Dali aventurera nos empujó a alquilar dos bicicletas con las que recorrer la orilla oeste del Lago Er´hai, atravesando la infinidad de pequeños pueblos rurales que allí existen y que representan la verdadera China de hoy en día, en la que su gente trabaja sin descanso, sin comodidades occidentales. Fue la oportunidad de llenar nuestro álbum de fotos preciosas.



El ansia por ver más y más pueblos nos impidió darnos cuenta de que el cielo había oscurecido porque amenazaba tormenta y al llegar a Xizhou, una de las paradas de nuestro planeado recorrido, tuvimos que interrumpir la marcha y buscar de forma desesperada una manera de llegar a casa. Tras confundir a un repartidor con un taxista y ofrecerle dinero para que nos llevara, nos indicó dónde podríamos encontrar la forma de regresar. Así pues, nos dirigimos a la carretera, bajo una tímida lluvia porque el agua ya no aguantaba más dentro de aquellos nubarrones, en busca de una estación de autobuses improvisada en la cuneta y una voz salvadora nos dijo “Dali?”. Y antes de que nos dijera el precio del billete estábamos subidos en un minibus con bicicletas y todo. Cuando nos bajamos, tuvimos que montar otra vez en las bicis y pedalear hasta el hostal, otra vez bajo agua, ya convertida en tormenta. Llegamos empapados y el chaparrón nos obligó a pasar un día de descanso forzado en la habitación. Los 38'5 º de fiebre tuvieron la culpa.


Sin tiempo para recuperarnos, llegó Lijiang, más al norte de Yunnan. Hasta allí llegamos en un Minibus Luxury (with air conditionair, jejeje) y con la firme promesa de no poner nuestras vidas nunca más en manos de un conductor chino ni de creernos las promesas “Luxury”. Lijiang es una ciudad preciosa con una parte antigua con encanto, pero demasiado dirigida al turista chino. El laberinto de calles iguales era tal que nunca pudimos saber el punto exacto en el que estábamos y como pulgarcitos éramos capaces de llegar al hostal partiendo siempre de la calle principal. Con mucha suerte encontramos un lugar donde olvidarnos de la comida china y poder disfrutar de algo más nuestro. Allí una mujer china nos preparó la mejor pizza que yo he probado y una de las mejores en el caso de nuestra pekinesa. Curiosamente, esta mujer estaba casada con un australiano pro China con el que estuvimos hablando de realidades del país y que definitivamente nos convenció de que nuestra siguiente etapa debía ser la Garganta del Salto del Tigre, un famoso recorrido de montaña en China que discurre de forma paralela al río Jinsha, de dos días, por lo que olvidamos así la visita relámpago a Shangrila, un pueblo al norte de Yunnan casi tibetano.


Y así hicimos, tras recorrer Lijiang, nos montamos en una furgoneta rumbo a la Garganta del Salto del Tigre. Pasamos dos días en compañía de un guía de la zona, Shui, recorriendo la garganta de este río, inmersos en naturaleza pura. Respirando aire no contaminado, salvando pequeñas dificultades y contemplando las impresionantes montañas que nos rodeaban. Allí conocimos a Matt y Hugo, un canadiense y un portugués, respectivamente. Matt reside en Qinghai, una provincia del centro de China, y Hugo en Macao, otra al sur, y viven aventuras semejantes a las de nuestra pequeña. Con ellos recorrimos el segundo día de recorrido, hasta cruzar en bote otro río diferente a Jinshan y volver a Lijiang.


Ocho días en Yunnan, respirando aire nuevo, sin polvo, acompañados de una temperatura primaveral, disfrutando de la naturaleza de la que se conoce como la Asturias de China.

Pero aunque esto nos encantó, personalmente creo que los dos somos más de grandes ciudades. Y qué mejor forma de acabar nuestro viaje que haciendo una última parada en Shanghái, la París Oriental, la ciudad que este mismo año, en menos de un mes, albergará la Expo Universal y que por tanto está siendo maquillada de pies a cabeza. Un precioso escape occidental sin personalidad china. Y es que estar en Shanghái es como estar en una pequeña Londres o París. Para mí, aunque suene raro, fue como un respiro que necesitaba tras pasar tantos días alejado del ruido del tráfico, tantos días rodeado de chinos tradicionales que no entienden inglés, ni tienen por qué hacerlo, pero el no saber nada de chino me hacían sentir en ocasiones pequeño. Llegar a un gran aeropuerto (Hong Qiao), los altos edificios, el metro, la actividad, la gente. Nada más llegar es inevitable no parar de compararla con Pekín. Siendo de Madrid es fácil entender Shanghái como Barcelona y la capital china como la española. Shanghái es el motor económico de China, venida a más desde que le otorgaran la Expo. Moderna, joven, vendida como más internacional que Beijing y cuyos ciudadanos, que tienen fama de tacaños, tienen un dialecto. Claro está que ante tal comparación yo caí en la magia de Shanghái y ella, como buena beijinger, no paraba de defender a Pekín. Con el paso de los días no me quedó otra que darle la razón. China es Pekín. Shanghái es preciosa, con el Pudong, el Bund, La Torre Perla de Oriente, la Jinmao y el Shanghái World Financial Center (edificio más alto del mundo hasta 2008).


Con el barrio de la Concesión Francesa y su infinidad de calles comerciales. Pero es una ciudad confeccionada para parecerse a occidente y que se olvida de todo aquello que se busca cuando uno va a China. Se olvida de los templos, de la herencia histórica o de los puestos de comida en plena calle. No tiene ningún monumento chino reseñable. Pero insisto, es preciosa, está llena de vitalidad e invita a vivir en ella.

El vuelo CZ7615 me hizo, nos hizo, despertar de un sueño que repetiremos en cuanto sea posible. Un sueño para el que no he tenido que dormirme y que ha sido gracias a nuestra pekinesa, a nuestra pequeña, a nuestra beijinger, a ella.

Muchísimas gracias, Eva. Te quiero.

12 comentarios:

  1. Qué pasada, Rober! Qué gusto leerte a ti también, aunque no te conozca :)
    Qué viaje tan precioso, y qué bonito el amor con el que lo cuentas. Así da gusto!
    Pues nada, buena vuelta a Madrid, a comer en restaurantes chinos, jeje!
    Besitos a los dos.

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  2. Qué viaje tan increíble! Y qué fotos tan bonitas!
    Me alegro de que lo hayáis disfrutado tanto. Un besazo a los dos!

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  3. vaya, veo que los dos teneis el firme propósito de emocionarme, qué bonito cómo escribes tú también Rober!jo, qué ganas me han entrado de verlo todo con mis propios ojos, no vale!!!!hay que organizar algo para que nos enseñes esas fotos en persona y nos cuentes los periplos que habeis tenido...
    un besito

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  4. ¡Qué maravilloso relato Rober!
    Qué ganas de que nos cuentes más detalles y nos enseñes fotos en las que salgais los dos.. a ver si podemos ver a la niña sin orejeras y máscara de tigre, je, je..
    Me alegro muchísimo de que hayáis podido disfrutar tan espectacular viaje.

    Un beso muy fuerte a los dos y en especial a mi pequeña hermanita pekinesa.

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  5. yo ya he tenido la gran suerte de ver las fotos, y de escuchar las anecdotillas de viva voz, pero me ha encantando leerte, y las 3000 fotos que habíes hecho son una pasada!!!!

    hermanita, ya estarás preparando nuestro itinerario para el veranito, verdad? me muero de ganas de ver a mamá en la tirolina de la Gran Muralla, jajajaja

    Besotes,
    María

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  6. Eva, que sepas que Rober escribe casi tan bien como tú (o mejor) jaja. Muy detallado el relato y muy bien escrito.
    Un abrazo!!

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  7. buff...vaya viajecito!! y lo bien que nos lo haces llegar!
    me hubiese encantado haberlo escuchado de viva voz el otro día...la próxima vez que te vea, te puedo fundir a preguntas??
    BSS

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  8. Menos mal que la intensidad emocional va decreciendo conforme avanza el relato, porque vaya ratito que me has hecho pasar Ro...

    Hermanita, intuía lo afortunada que eras por compartir el viaje de LA VIDA con Rober, ya no me queda ninguna duda...

    Que el recuerdo de estos días inolvidables llene vuestros momentos de vértigo ante el calendario...

    Os quiero

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  9. Que bueno leer vuestras respuestas!. Como mola el blog!
    Muchas gracias a todos!.

    Solo decir (que bastante he dicho ya en tan largo post) que este nobel escrito de entradas tuvo una editora que le asesoró y decoró en su escribir, por lo que gran parte del mérito es de Eva.

    Dicho queda, que es lo justo.

    PD: Las mejores fotos si son mías, jejejeje.

    Mua

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  10. Cómo os echo de menos pareja mía!! y qué bonito es el parque de las piedras!!!Muchas gracias por acercarme a vosotros

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  11. Madre mía!!chicos!!!como me gusta leer este blog!!
    Jamás me dejáis de sorprender...Evis!!que envidia..que sepáis, tanto uno como otro, que por lo menos en mí habéis despertado unas ganas terribles de ir para allá...no por ver Pekin..si no por ver a "nuestra pequeña pekinesa"o "Beijenger" como se la conoce!!!
    Un besazo gigante Eva!!!!

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  12. Hacia tiempo que no leia el blog, parece mentira con las horas que me paso a veces navegando por internet,y me he encontrado con tus vivencias, Rober, que bonita sorpresa.
    ¡¡Vaya apareja de comunicadores estais hechos!!
    Me ha gustado y emocionado(sobre todo al principipo como dice Elena) este gran viaje que habeis hecho. Ya habia visto algunas fotos en facebook, son impresionantes. LA del bosque de piedras es de postal.

    Un besazo enorme a los dos desde Holanda!! (pero sobretodo a la pequeña beijiner)
    Sandri

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