jueves, 23 de septiembre de 2010

De festivo y conjeturas

La décimo quinta noche de la octava luna del año chino era la fecha del festival del medio otoño, un festival dedicado a la unión familiar. Al llegar aquella noche, y de acuerdo con la tradición, mi abuela solía llenar una mesa de melones, pasteles y bollos bajo la luz de la luna. El motivo de que aquella fecha sirviera para conmemorar la unión familiar era que la palabra china que designa 'unión' (yuan) es la misma que se utiliza para referirse a algo redondo o intacto; asimismo, la luna de otoño suele presentar un aspecto espléndidamente esférico durante esta época. De igual modo, todos los manjares consumidos durante aquel día tenían que ser redondos”.
“Cisnes salvajes”, Jung Chang.



Las farolas aún no se habían encendido y la luna, una perfecta esfera, ya brillaba como nunca sobre los tejados de Beijing.

La luna, ese satélite que alimenta la letra de canciones, poemas y romances, pero que en esta ciudad no se deja ver, o mejor dicho, la contaminación no deja que se muestre salvo en contadas ocasiones.

En la noche de ayer la luna ganó la batalla, o más bien la dejaron ganar, y se impuso en un cielo negro, sin restos de polución. En la noche de ayer la décimo quinta del octavo mes del calendario lunar, que es el que rige la fechas de las festividades chinas, los que estábamos en Pekín contemplamos la luna más redonda del año en el mejor cielo nocturno pekinés desde enero hasta ahora. En la noche de ayer se celebró el Festival de Medio Otoño, que se festeja desde hace 4.000 años como símbolo de la unión familiar, la felicidad y el final de las cosechas de verano.

El espíritu de esta festividad se cuela en la vida de los chinos en forma de un pastel redondo, llamado “Pastel de Luna”, relleno de huevo y frutos secos semanas antes de que llegue la fecha señalada, día festivo nacional, y que suele celebrarse entre finales de septiembre y principios de octubre, todo depende de la luna.

Este espíritu y los Pasteles de Luna deben quedarse entre las cuatro paredes del hogar, porque en la calle ni se toca, ni se huele, ni se ve, en definitiva, no se siente, o al menos allá por donde caminaron mis pies. Al contrario que en la Fiesta de Primavera, cuando las calles vibran al son de los petardos y se inundan de farolillos rojos y los paisanos te felicitan el año nuevo, en el Festival de Medio Otoño sabes que es festivo por el simple hecho de que la mayoría de las tiendas están cerradas.

En cualquier caso, quede donde quede la esencia de la fiesta, esta celebración es la segunda más importante para los chinos en todo el año, después de la Fiesta de Primavera y antes de la celebración del Día Nacional, el 1 de octubre.

Y yo, que viví sin pena ni gloria esta fiesta porque como digo casi ni me enteré, sólo disfruté como una enana el día espléndido que hizo ayer tras semanas sin ver el cielo azul, me queda una duda. “... o mejor dicho, la contaminación no deja que se muestre salvo en contadas ocasiones... En la noche de ayer la luna ganó la batalla, o más bien la dejaron ganar...” Sí, eso lo he dicho yo en esta entrada porque son cosas que tienen que ver con mi cuestión. Tras semanas sin ver el sol, el pasado viernes comenzó a llover y no paró hasta la noche del martes. No paró. Y ayer, el festivo, hace un día que te hace llorar de la alegría. Qué casualidad ¿Lo habrán hecho otra vez?

Por Efe, 19/02/2010

La provincia de Yunnan (sur de China) lanzó 1.555 cohetes que provocan lluvia artificial con el fin de frenar el riesgo de incendios forestales durante la peor sequía que azota la región en los últimos 60 años, informó la agencia oficial de noticias Xinhua.

[…]

La información no especifica cuál fue la sustancia utilizada por Yunnan para provocar la lluvia, pero una de las soluciones que el Gobierno chino emplea en estos casos es el yoduro de plata.

Este es un catalizador que genera una reacción química al contacto con las nubes que libera hidrógeno, y éste a su vez, al combinarse con el oxígeno de la atmósfera, produce agua o nieve, según la temperatura.

Esta no es la primera vez que el país genera precipitaciones artificiales.

Durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y la celebración del 60 aniversario de la República Popular China el 1 de octubre de 2009 utilizó este químico para asegurar el buen tiempo en estos dos eventos históricos.
 
Normal que me lo pregunte y, es más, que lo sospeche, ¿no?

domingo, 12 de septiembre de 2010

THIS IS CHINA



“¿Qué es lo que más te está gustando de Pekín?” La primera vez que me hicieron esa pregunta no supe muy bien qué contestar, aún abrumada por tantas cosas nuevas.

Ahora, ya de vuelta, creo que sí estoy preparada para contestar….

Me encanta esa mezcla de olores a distintas comidas vayas por donde vayas. En cualquier lugar es posible encontrar algo para comer. Es el sueño de un buen glotón.

Me encanta la vena artística y desvergonzada de los chinos. Bailan y cantan en la calle, hacen teatros y óperas como si fuese lo más normal del mundo, por el gusto de hacerlo, no para pedir dinero.

Me chifla que abuelos que puede que me tripliquen en edad tengan más agilidad que yo a mis 24 años (incluso a los 15!) y la fuerza de voluntad para levantarse por las mañanas tan temprano que a las 6 de la mañana un parque esté repleto de personas haciendo ejercicio.

Me gustan los saltitos que dan cuando bailan en un pub.

También me gusta ese puntillo que tienen de pillos, eso que les hace, por ejemplo, llevarte en una barquita ilegal de “bambú” por un río ;)

Me encanta que sean tan serviciales, que los chicos se pongan la camiseta doblada dejando ver sus tetillas porque hace calor, que quieran hacerse fotos contigo, que se dejen hacer millones de fotos, que los chicos les lleven el bolso a las chicas, que coman con palillos, que se sienten en cuclillas sin apoyar el culete en cualquier sitio y puedan pasarse horas así….

Me ha encantado China, y los chinos también….aunque….ya tengo claro qué es lo que más me ha gustado….que me lo enseñes tú.


Xièxiè Eva, te quiero mucho

sábado, 4 de septiembre de 2010

Nuestra Gran Aventura Familiar

Nuestra Gran Aventura Familiar empezó un jueves, un 5 de agosto. Aunque los días previos nos presentaron la realidad que teníamos ante nosotros: por fin el día estaba cerca. Nos ilusionamos preparando la maleta, especialmente buscando un hueco para los kilos y kilos de jamón, queso, lomo, chorizo, morcilla y colacao que siempre se echan de menos al estar lejos del hogar. Y así, nos fuimos al aeropuerto, cargaditos. Pero sobre todo íbamos cargaditos de ilusión y alegría por saber que tras 7 meses esperando podríamos fundirnos en un abrazo con la niña de nuestra casa.

Tras un largo viaje, llegamos a tierras pekinesas. Estuvimos en el aeropuerto esperándote. Llegabas en breve, venías de camino. Y fue allí donde empezaron nuestras anécdotas y fotografías. Lo que más nos llamó la atención fue una empleada del aeropuerto que estaba sentada en una silla, y entre cliente y cliente, allí delante de todo el mundo se echaba un sueñecito. Algo que podría considerarse normal en estos lares, como hemos ido comprobando a lo largo de nuestro viaje.

Y por fin llegaste tú. Con un grito de alegría y un abrazo enorme. Risas, besos, lágrimas…qué suerte la nuestra, ya estábamos contigo. Nos fuimos a tu casa. Ya en el taxi pudimos comprobar lo bien que te desenvuelves con los shifu (taxista), activaste tu botón polígloto, y allí estabas explicándole al señor shifu dónde se ponen los anillos los casados en España, increíble pero cierto.

Llegamos a tu barrio, a tu casa, a tu hogar, a tu dulce hogar. Y lo es realmente, y así lo hemos vivido. En estos días nos hemos sentido como en casa…
 
 

Y sin perder ni un minuto, empezamos nuestra vida en Beijing. Y para comprobar si estábamos preparados para estos 15 días de aventura chinesca, nos llevaste a un restaurante al que sólo van chinos, así que, o comes con palillos, o no comes. Y nosotros comimos. Colocando los palillos a nuestro estilo, pero lo importante al fin y al cabo, al menos en este caso, era el fin.


Continuamos con las pruebas de fuego, aprender a viajar en el metro de Beijing. Realmente no es complicado, todo está bien señalizado. Lo difícil es encontrar un hueco, evitar los empujones, y los pisotones, y si tú los das, hacerlo con gracia y estilo, y siempre sonriendo. Cuestión de supervivencia.


Nos llevaste hasta la majestuosa plaza de Tiananmen. Impactante como siempre. Más aún, repleta de personas esperando para ver cómo los militares bajan la bandera roja con estrellas que ondea durante todo el día frente al gran retrato de Mao.



Y así podría continuar, día a día, contando cada uno de los buenos recuerdos que hemos vivido gracias a ti, pero fueron muchos días, y muchas anécdotas….Así que aquí va un popurrí de los momentos que nunca olvidaremos:

Nuestro paseo en Rickshaw por los hutong junto a la Plaza del Tambor y la Campana


Descubrir junto a ti la Opera China


La cena de pato laqueado…mmmm…qué “lico"


Los bocatas de jamón en el parque del Templo del Cielo, rodeados de gente tocando música, recitando poesía, bailando…


Los regateos en el Mercado de las Perla, la Seda, el Yashow…hemos vuelto hecho unos expertos!!

Las caras de Álvaro y Fernando al saber que irían al Nido para disfrutar del partido del Barça


El viaje en bus hasta la Muralla China. Un bus para 15 donde cabían 25 con un chófer que iba a 80km/hr en punto muerto y que casi atropella a una motocicleta…qué miedo!!!!!!!!!!!

La bajada en tobogán por la Gran Muralla, mamá disfrutó como una niña!!
 

Nuestro Masaje Chino, otro día más te superaste!!!!!!!!!!

Nuestras sesiones de manicura, y por supuesto, las uñas naranjas de Álvaro.
 

La cara de sorpresa de los chinos cuando les preguntábamos a la salida del metro cómo llegar hasta el Palacio de Verano andando…hasta que conseguimos entender que estábamos muy lejos. Tomamos un taxi y tardamos 20 minutos en llegar…claro, así nos miraban admirados!!!!

La frase de mamá tras una parrafada en chino de la taquillera que vendía las barcas en el Palacio de Verano: “Ha dicho, quién quiere barco de pedal, o barco con motor”. El botón polígloto se le activó de repente…

La Colina del Carbón con sus maravillosas vistas, y la conversación con los bomberos canarios que iban a dar la vuelta al mundo en 7 meses.

Los colores, los olores, y el gentío del “Mercado de los bichos”…eso sí, no tuvimos valor de tomar ni un solo bichito…
 

Tu cara de felicidad al comer la tortilla de patatas de mamá….mmmmm…


El tren botijo, con sus amables viajeros que nos cedían el asiento y no pararon de hacerse fotos con nosotros durante la hora y media del trayecto...


Cómo toman los motocarros las glorietas en Pingyao.


El paseo en tándem por Pingyao…gracias Fernando por llevar a nuestra madre, era la primera vez que montaba en bici!!!!!!!!!!!!


Nuestro querido chófer privado, Mao, y su constancia en llevarnos a los 3 lugares previstos en la excursión…al final fueron 2, incluyendo el restaurante familiar donde no había ni un alma. Eso sí, la comida estaba buenísima!!!!

Las risas que pasamos en el túnel de la fortaleza, intentándole explicar a la guía que queríamos volver hacia la salida, cuando ni siquiera llevábamos 5 minutos caminando…un lugar demasiado cerrado para Fernando… 
 

La foto en el barquito de Hangzhou. Fue visto y no visto. Nos montamos en el barco, pero nos bajamos rápidamente porque el barquero nos quería estafar (muy raro en China, por cierto), pero nos dio tiempo a retratarnos en nuestro enésimo medio de transporte en China.

El encuentro con Jessi en el aeropuerto…qué ilusión saber que alguien nos tomaba el relevo...

Y hasta aquí llegó nuestra Gran Aventura Familiar, disfrutamos muchísimo, nos hemos reído, hemos aprendido de una cultura totalmente diferente a la nuestra…Y todo gracias a ti, por tu amor en preparar cada uno de los días que estuvimos contigo.

Gracias por este gran viaje pequeña, si tú no estuvieras allí, ahora ninguno de estos recuerdos estaría en nuestra memoria…

Te queremos.